Nos trajo flores... Dice que somos muy graciosos y que siempre tenemos una sonrisa en la cara, yo siempre he pensado que se me ponía cara de gilipollas. Pensaba que iba a dar, a servir... pero me encuentro que cuando vuelvo llego más completa, que me cuesta asimilar lo que aprendo en a penas tres horas, y es que lo que allí se vive no tiene nombre, tiene muchos nombres, casi trescientos.
Se acuerdan de quien faltó la semana pasada y se interesan por si hubiera pasado algo, los que siempre son olvidados nos recuerdan.
Es increíble lo que puede revitalizar unas palabras de cariño, una sonrisa, un pequeño detalle... A veces con el estrés de preparar lo pierdes pero ellos no, aunque estés distraída se paran a darte las gracias, a hacerte alguna que otra broma.
Y es que en apenas unos días ya te sientes como en casa, aunque siempre con esos nervios antes de empezar, esa ilusión de saber que estás muy cerca de Él.
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